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No cabe duda que son alentadores los resultados de la vacuna de Oxford (ChAdOx1 nCoV-19) que acaban de publicarse, y prometen, como la de Pfizer, un recorrido interesante (The Lancet, 8/12/2020).
En todo caso no hay que olvidar que la vacuna de Pfizer en el Reino Unido y Canadá, y a partir de hoy, 12 de diciembre, en Estados Unidos, está en Fase IV, y en esa fase ya no hay sesgos en los participantes como en la Fase III, siendo de esperar desviaciones no previstas:
- antecedentes alérgicos severos – dos casos ya aflorados en el Reino Unido;
- idiosincrasia;
- morbilidades;
- exacerbación de la enfermedad por ADE - mejora dependiente de anticuerpos;
- factores genéticos;
- otros;
así como despejar el tiempo de protección y la capacidad de transmisión o no de los vacunados con esta vacuna de tipo ARNm, y finalmente confiar que la presión inmunitaria sobre SARS-CoV-2 no conduzca a una deriva antigénica (linaje) que esquive la neutralización. Todo ello irá afinando y delimitando la población diana con mayor seguridad, así como la eventual necesidad de dosis de recuerdo. Si se logra mantener la eficacia por encima del 60% (= %población diana x %eficacia) tendrá capacidad para la remisión de la pandemia (que no erradicación, presumiblemente). Seguimos con el protocolo de vigilancia y monitorización.
Esto ni mucho menos ha concluido, el afinamiento en Fase IV con una vacunación en millardos de individuos sanos con toda la variabilidad biológica a que se enfrenta, una logística compleja por la escala y sus requisitos, y en plena exacerbación pandémica (nunca antes probado) exige una sobre vigilancia acentuada que tenga la capacidad para arrostrar las críticas de la actualización de un prospecto en construcción en tiempo real. Los planes de comunicación a la población sobre eventuales cambios en las indicaciones de vacunación no se deberían improvisar y estar bien diseñados.
Los dos grandes avances que ha acelerado la COVID-19 con efecto histórico son la nueva técnica de fabricación de vacunas con ARNm (digno de un premio Nobel), y el gigante logro de la IA de Alphabet (DeepMind) resolviendo por primera vez con potencia de cálculo y algoritmos de inteligencia artificial el plegamiento en 3D de las proteínas a partir de la secuencia de sus aminoácidos (comprobado mediante cristalografía). Estos dos importantes avances unidos prometen un acortamiento drástico de las Fases de fabricación de vacunas en el futuro, lo que conducirá a una revisión en los protocolos de las instituciones sanitarias, ya que no hay que olvidar que la amenaza de nuevas pandemias no termina con la COVID-19, al contrario, los brotes pandémicos en lo que va de siglo evidencian que los estamos facilitando: globalización, comunicaciones, aglomeración, focos urbanos insalubres, mayor número de humanos en contacto estrecho con mamíferos y aves que son reservorios naturales para las zoonosis...
El interrumpido crecimiento no se despeja con los planes masivos de vacunación. La pregunta clave e inmediata se puede enunciar así: hemos conocido a SARS-CoV-1, estamos conociendo a SARS-CoV-2, ¿cómo será SARS-CoV-3? En ese sentido, es imprescindible generar innovación no solo en las técnicas de vacunación (ARNm + IA...) sino también en nuevos modos de profilaxis personal más específicos y eficaces contra bioaerosoles, que suplementen a los ya conocidos con más de un siglo sin cambios (mascarilla, lavado de manos, distancia, ventilación y confinamiento) cuya eficacia se ha demostrado relativa y generan distorsiones distópicas que conduce a peores consecuencias que la propia enfermedad. Un ejemplo paradigmático es una investigación con medios cinemáticos que se inició en abril y se puede ver en Airepi
La vacunación es la mejor solución específica conocida contra un agente patógeno (en retaguardia, de respuesta tardía); la profilaxis contra un agente por bioaerosol (la vía más peligrosa) también debería ser específica (en vanguardia, de respuesta inmediata), y aún no la tenemos. Deberíamos poner foco e investigación al componente biofísico de la transmisión entre personas y no solo al acoplamiento biomolecular entre antígeno y anticuerpo.
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