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Es valorable desplegar un nuevo paradigma cinemático para recortar la propagación por el aire de la COVID-19. Como es sabido, las medidas actuales no lo consiguen al ritmo esperado por estar enfocadas para otro tipo de transmision por gotas respiratorias y cierta dificultad en la aplicación de las mismas, con una eficacia menor para aquellos patógenos que se transportan a través de bioaerosoles a corta y larga distancia. La idea es convertir la resiliencia y la habilidad de SARS-CoV-2 en el aerosol en su mayor debilidad, ya que, la desviación, la dispersión, la evaporación hasta residuo con dilución, y la remoción con filtros micrométricos, en determinadas condiciones cinemáticas, es más eficaz que la filtración sin sellado a la cara de las mascarillas prescritas.
El desafío es cambiar el confinamiento estricto de las personas por un confinamiento aéreo con movilidad, con mejor respirabilidad y a menor coste, mitigando los efectos socioeconómicos y distópicos a que conduce el modelo clásico de aislamiento de los no sintomáticos. Cambiar a ese paradigma no es baladí, pero la formulación cinemática parece plausible como eficaz barrera.
Hay datos para reconsiderar la filtración que, con su relativa protección junto con los confinamientos perimetrales, está conduciendo a oleadas de brotes mientras el virus se va atenuando en su progresiva deriva genética adaptándose al huésped, se va incrementando la inmunidad de grupo, y llega la vacuna (todavía incierta). Las medidas actuales bifurcan la pandemia hacia una solución endémica en algunos países y en otros hacia su erradicación (ya los hay, reforzando el control de las fronteras). La filtración (mascarilla prescrita) disminuye la transmisión, la cinemática (el nuevo paradigma) corta la transmisión.
La bioquímica de SARS-CoV-2 es inteligente y versátil, es un eficiente colonizador de tejidos, es muy maligno, su biofísica es rápida, es un buen viajero, pero su eficiente transporte muestra un flanco, ahí es vulnerable: las fuerzas cinemáticas. Contra ese frente es incapaz de habilitarse.
Es valorable ensayar nuevas formas y dispositivos de profilaxis. Covid es la prueba de concepto para las futuras pandemias por vía aérea, hay que aprovechar la oportunidad de ensayar innovadoras medidas cinemáticas. Las vacunas pueden prevenir pandemias pero nunca han estado disponibles en la floración de la primera oleada de un agente salvaje, son tiempos decalados. Para esa primera respuesta temprana debemos confiar más en la ingeniería, en la aerobiología, en ese terreno siempre tendremos más habilidades y más rapidez para contenerlo mientras la microbiología hace su trabajo en retaguardia: el preservativo salvó miles de vidas mientras se investigaban antivirales específicos contra HIV o una posible vacuna que no llegó. La propuesta Airepi va encaminada a explorar ese nuevo paradigma de confinamiento aéreo con movilidad, una herramienta que preserva la promiscua y reciente globalización, y la creciente densificación urbana. Nuestro complejo sistema inmunitario no se desarrolló ni responde igual en entornos no segregados. Bioquímica vs. biofísica, no, bioquímica & biofísica, una visión holística del enfrentamiento. Si no aprovechamos la cantera experimental ahora, la próxima pandemia será como en el Juego de la Oca, vuelta a empezar: mascarilla, distancia social, limitación de aforos y confinamiento final.
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